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04/04/2011

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Ambar Past
Elena Poniatowska

Cuando era hombre, de Ambar Past

I

Exactamente el día en que el Sub envió su primer "pssst, pssst", el jueves 19 de agosto (del 2004), fui a Chiapas a presentar el libro de Ambar Past, Cuando era hombre. Ambar es la única mujer que dedica un poema a los hombres "que nunca se acostaron conmigo", y es la única que repite lo que los hombres dicen de ella. Guapa, rubia, garbosa, camina por la calle y ve cómo la señalan con la mirada: ''¿De qué color tiene ella los vellos de su panochita?'', escucha que preguntan.

Ambar cayó parada en Chiapas, el único sitio del mundo donde hay ámbar rojo, porque así lo pintaron los zapatistas. Ambar cayó en su elemento, el ámbar, y quedó atrapada en su propia miel, en el ámbar de su esencia, como los insectos prehistóricos en la materia transparente en la que quisieron volar y se atascaron lastrados definitivamente en el oro líquido de la miel.

También Ambar es oro, como la cauda incendiada de sus cabellos que parte en dos y trenza para que no la sigan los hombres y no tenga que disculparse por no acostarse con ellos.

Ambar llegó a San Cristóbal cuando la ciudad apenas contaba con dos taxis. Casi no había turistas. Y los hombres iban al Café Central a ligar a las gringas.

Escaseaban mucho las gringas.

Ambar vino a Chiapas porque había vivido muchas otras vidas y sabía que Chiapas es tierra de poetas.

''Ahora que soy mujer, cuando subo a un taxi, el chofer me pregunta: '¿usted no es de aquí, verdad?' Yo le contesto: 'soy orgullosamente mexicana'''.

La poesía de Ambar Past surge de la belleza de Chiapas, un estado que no sólo posee fuentes de energía y riqueza agrícola, ganadera, pesquera y artesanal, sino que tiene, además, valores intelectuales y artísticos de primera. Allí están Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Oscar Oliva, Eraclio Zepeda, Elva Macías, Carlos Jurado, Juan Bañuelos, Miguel Angel Hernández, Daniel Robles Sasso, Andrés López -que tiene 22 años y ha publicado en Ojarasca, el suplemento de La Jornada que dirige Hermann Bellinhausen, también amigo de Ambar (y a quien agradece su apoyo, como agradece a Geovanni Proiettis)-, Jesús Morales Bermudes, Reynaldo Velazco y toda una generación de jóvenes poetas indígenas. Algunos son desconocidos por sus colegas, quizá por falta de difusión o porque la ceguera cultural de nuestros políticos impide que se ensanche el horizonte. También el monstruoso pulpo del Distrito Federal, que todo lo centraliza, dificulta la difusión de poetas, escritores y pintores indígenas. Quizá el Sub debería incluirlos en sus comunicados. (Es sólo una modesta sugerencia.)

Guardiana de las costumbres

Ambar Past dedicó su primer libro, Yayamé (presentado por Jaime Sabines), a Agustina Gómez Chebcheb, líder de la Guerra de Castas en los Altos de Chiapas. Argumentó: ''Dirigida por las voces que salían de tres piedras caídas del cielo, organizó un mercado autónomo indígena en 1868. Nadie sabe la fecha exacta de su muerte. Son los soldados quienes escriben la historia. Los que no sabemos leer, la contamos de otra manera''.

Ambar ha divulgado las costumbres y tradiciones, la siembra y la cosecha de los campesinos chiapanecos. ¿Por qué lo ha hecho tan bien? Porque es su amiga y le tienen confianza. Sólo a ella y a aquellos de quienes se fían le cuentan sus cosas, le dan los buenos días. Ambar vive como ellos, en una casa de lodo. Hace talismanes contra el mal de ojo. Una limpia de Ambar lo salva a uno del purgatorio. Ha fundado el Taller Leñateros, el de los libros hechos con hojas de árbol, pétalos de flores, pastito, elotes molidos, plumas de gallina y cartón. Ubicado en Flavio A. Paniagua número 54, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, código postal 29230, llegan a la enorme casa de dos puertas hombres y mujeres con su esperanza verde. Ahí, con su propio ingenio, dicen su poesía, que Ambar convierte en libros. Dibujan, graban, escriben, se comunican, se enojan, lloran y ríen. Ambar ríe mucho. Los que ríen son una bendición. Ella misma fabrica el papel. Echa corteza de árbol y hierbas de olor en una licuadora y plancha esa pasta blanda que conserva la belleza de la tierra, la textura de los pétalos. La tiende al sol en un ancho patio. Alquimista, imprime sus libros con diversas técnicas: serigrafía, grabado y pintado manual. Utiliza materiales reciclados, pero hojas de árboles, ramas, raíces, cáscaras de fruta, semillas y hierbas locas vuelan hacia ella para que las recoja con sus manos de hechicera. Pequeñas jícaras decoradas con diferentes pigmentos adornan los libros que ella misma pinta. La Jícara se llama su revista de arte y literatura.

Las ediciones de Ambar son limitadas, ya que esta maestra de tintes naturales todo lo hace en forma manual, con ayuda de sus amigos y amigas, a quienes enseña. Del Taller Leñateros han surgido antologías de prosa y poesía de varios escritores y pintores: Miguel Angel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Carlos Illescas, Carlos Mérida, William Lemus, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Juan Bañuelos, el lacandón Chan K'in Viejo, Manuela Kokoroch, así como fragmentos del Popol Vuh. Pero lo más importante es que Ambar ha recogido y traducido la poesía de los habitantes de Chiapas, la de los campesinos y las comadronas, la de los niños y los abuelos, la de las abejas y las flores.

Y yo me pregunto, ¿cuándo va a publicar el comunicado De qué nos van a perdonar, del Sub?

Madre del amor

Ambar vive en la copa de un árbol. En una horqueta sobre tres ramas muy macizas construyó una casa que se mece al viento y rechina toda la noche. Canta la madera, como Ambar canta con su voz liquidámbar. Cuando la visité, subí por una improvisada escalera al cielo hasta ese lecho nupcial. En la almohada bordada de colores, dos colibríes sostenían un lazo de unión que decía: ''Tú y yo", y aletearon toda la noche. Afuera volaban pájaros de verdad. Abajo, Ambar y su hija Tila acarreaban agua.

Tila, pintora, se sacó una beca y pinta ahora en San Francisco, donde le enseñan más de lo que ya sabe.

Incansable en su escritura, tatuaje indeleble, Ambar Past es en realidad la madre del amor. Nos ofrece una taza de té de alma y al tendérnosla dice: ''Mañana voy a escribirte una carta bajo la lluvia/ te lo prometo''.

Ambar conoce el agua en los cántaros, los eclipses con su cara negra en la época de los elotes, la vejez del sol, las bodas, la madre sin hijos que carga salamandras en su rebozo, y nos muestra cómo invitar a cenar a los muertos y cómo se despiden las mujeres:

Se fue ya de una vez.
Tampoco tenía cajón ella
y se queda para siempre
en su lugar donde va sobre el cielo.
Ya quedó enterrada.
Ya está bajo la tierra.
Ya se volvió suelo.
Se perdió su vista de ella.
Ya se acabaron sus ojos.
Quedó nuestra casa, donde seguimos
[pisando.
Quedó nuestra comida.
Se quedó todo lo que nos gusta en el
[mundo.
Ya están cruzados mis pies.
Ya no sirven para nada mis gallinas.

Canto indígena

En 1986 apareció en Chiapas un bello volumen de poemas titulado Mar inclinada, de pastas azules en bajorrelieve, hecho por el pintor Miguel Angel Hernández y facilitado por Ricardo y Martha Zarak.

Ambar habla de la vida y la muerte, de las desgracias de los hombres y las mujeres, y de la mar creadora dentro del caracol donde descansa la tormenta. En 1989 publicó en Oaxaca, precisamente en Juchitán, su libro Nocturno para leñateros. Como no encuentra mujer, el hombre sale a cortar leña. Así ya no siente frío y la lumbre no le hace falta.

Un leñatero hizo el amor con su mujer en el monte. La mujer quería prender una fogata pero no traía con qué cortar leña.

El fue a conseguir hacha y se olvidó de su mujer. Cuando la encontró por casualidad ya no la reconocía y se enamoró de ella.

Había un leñatero que se enamoró de todas las mujeres del bosque.

Debajo de cada palo enamoraba a la que se le paraba en frente.

Ni un ratito le quedaba para hacer leña.

Los libros de Ambar Past son resultado de muchos años de convivencia con las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas, pero de convivencia real, cotidiana, bajo el mismo techo, las mismas tejas rojas de San Cristóbal. Allí aprendió idiomas, costumbres, mitologías e historias, tejidos, alfarerías, usos de las plantas, ''conjuros y ebriedades'', y se identificó profundamente con la gente, al grado de no sentirse autora sino transcriptora de las ''revelaciones''.

En San Cristobal, le tienen confianza a Ambar.
Habla Tsotsil.
Lava nixtamal bajo la lluvia.
Come trece tortillitas para el ánima que sembró el frijol.
La quieren, la buscan, la convidan.
Se ríe con ellos.
Acude a todas sus fiestas.
Guarda silencio en sus ceremonias.

II

Ambar Past dedicó su poema Caracol de aire a Amando Avendaño, el del primer periódico en difundir al EZLN: El Tiempo y luego La Foja.

Ya no le preguntan de dónde es ni de qué mundo. Al cabo sólo quieren saber de qué color son los vellos de su panochita.

Ella ha enseñado a las mujeres a valorarse a sí mismas y a valorar su cultura. Ella es quien hace llegar su voz más allá de las montañas del sureste en sus ediciones bilingües, como Incantations, by Maya Women, que lleva en su bolsa del mandado de plástico verde y amarillo de las universidades de Estados Unidos a las de Europa.

Ahora Ambar nos da una muestra más de su poesía con el libro Cuando era hombre, metiéndose en la piel masculina para, después, pasar a la femenina con el lenguaje directo de niña traviesa e impertinente al que nos ha acostumbrado. Creativa como ella sola, sus poemas recorren a los seres humanos de la A a la Z dejándonos con el eco en la boca:

-¿Todos los indios son buenos, verdad?"

-¡Buenísimos!

-¿Te casaste con un mexicano, verdad? -me acusa con morbosidad.

-Sí, señor -le digo-, con varios."

Y nos recuerda a x, y o z. Aunque resulte penoso gritar en el momento del placer "¡M!" en vez de "¡N!" Pero para no complicarse la vida se conforma con los ''R''.

Siempre les fui muy fiel.

A todos.

Con Ambar siempre estamos a punto de acostarnos en una cama desconocida.

Su poesía denuncia. La ironía y el horror del mundo están en los pelos caídos de Ambar, en la espera de que se le pudra una muela o le amputen un seno.

"Vendo muertas, señora... Son de hoy... Mire este hígado. ¡Este corazoncito! Pan caliente de Ciudad Juárez'', dice sobre las muertas de Juárez.

Su poesía nos recuerda los valores perdidos que van desde "empeñar un buen nombre" hasta "ahorrar para comprar un orgasmo y una buena noche de sueños".

Sin titubeos frente al porvenir

Con un epígrafe de Bertrand Russell, Ambar nos muestra en su poema Siempre nos estamos despidiendo cómo vivir sin titubeos frente a la incertidumbre del porvenir. Ambar sabe de la pérdida de los colores del atardecer. Extraña a la luna durante el eclipse y ''a la montaña que se alza cuando volteas atrás y se vuelve para ver de dónde vienes''. Sabe que a todos se nos caerán el pelo y los dientes, perderemos nuestro buen nombre, porque finalmente la vida es una constante despedida.

Ambar fascina con todo y la mariposita negra en su interior, fascina cuando explica cómo ronca el mar, porque a muchos se nos olvida que el mar duerme. Ambar nos revela lo poco que saben las nubes acerca del agua.

Ambar nos habla de La señora de Ur, a la que han le saqueado sus museos y sus mujeres, a la que Alejandro Magno ambicionó por sus duraznos, la primera mujer, el primer hombre, primera ley, primera ciudad, creadora del trigo, la fe, la sed, a la que todas las guerras han violado y arrebatado a sus hijos. La herida de Irak nos duele a las mujeres del planeta.

Ambar Past sabe que es la costurera de su propio poema: ''Lo meto en un costal de piedras, lo tiro al pozo, pero mientras le pongo la camisa, este poema se quita el pantalón... me escondo en la blancura de sus hojas, sus piropos confusos... a la tinta de mi sangre".

En el otoño los poemas caen a los pies de Ambar. Están enfermos de la ausencia de Santiago, recuerdan las historias contadas en la intimidad de la cama cuando la pareja, harta de besos y de promesas, inicia el milagro de la comunicación. Ambar es una animala, la que no permite visitas en su jaula; mujer diabla, cuya voz no pesa en el aire.

Ambar describe velorios de nombres y amores. Vestida de cenizas también vela la memoria. Le dan el pésame el sol y la luna. Sus señas particulares se meten debajo de la carne, en la misma carne donde se meten los hombres.

Así como Jaime Sabines y Rosario Castellanos dispersaron su poesía a los cuatro vientos y la volvieron el pan y la sal de la vida, así como Jaime Sabines decía: "A la chingada con las lágrimas". Ambar Past recibe a aquellos que tienen o pueden tener influencia en la juventud y en el pueblo para que todos, sin distinción, den vida a las palabras que rondan nuestras vidas. Hace ya años que Ambar dedica su pensamiento creador, su corazón inquieto y sus manos mágicas por laboriosas a Chiapas, sobre todo a San Cristóbal donde vive, se baña, duerme y teje sus largas trenzas.

Elena Poniatowska


* * * * *


La storia incredibile di una californiana in Chiapas
L'artista della foresta

Si chiama Ambar Past. Biondissima e gringa di aspetto, è ormai una maya a tutti gli effetti. Da 25 anni vive nella selva, raccoglie e conserva le voci delle donne tzotzil e produce libri straordinari stampando carta con i rifiuti.
E adesso la sua arte è arrivata fino a New York


di Gianni Proiettis
da San Cristóbal de Las Casas

La più famosa scrittrice messicana, Elena Poniatowska, l'ha definita "giardiniera della montagna, fuori dal nostro mondo e dalla nostra portata", ne ha elogiato e citato le poesie e ha scritto che, senza di lei, a San Cristóbal mancherebbe luce. Al subcomandante Marcos è piaciuta molto la sua antologia di canti e incantesimi delle donne maya, e l'ha incoraggiata a continuare la raccolta di tradizioni orali. Quando venne per la prima volta in Chiapas da San Francisco, più di 25 anni fa, Ambar Past non immaginava certo che si sarebbe fermata a vivere qui tanto tempo, al punto da prendere la nazionalità messicana, né che avrebbe vissuto scrivendo poesie e fabbricando carta. Non sospettava minimamente, lasciando la California nel 1974 per "una spedizione quasi antropologica" a bordo di un furgoncino volkswagen "pieno di gommoni sgonfi, remi kayak, una biblioteca molto vasta e provviste per sei mesi", che avrebbe imparato a parlare e a sognare in maya tzotzil. E neanche che avrebbe avuto una figlia messicana, oggi diciottenne.
"Ho avuto la fortuna di essere madre di una donna meravigliosa - dice Ambar - La mia relazione con Tila è la più importante della mia vita. È molto creativa e molto saggia insieme. È cresciuta fra indios e artisti in Chiapas. Abbiamo vissuto in un bosco vicino a San Cristóbal, dentro casette di fango con tetti di paglia che abbiamo costruito noi stesse. Non avevamo soldi, ma non ne avevamo neanche tanto bisogno. Seminavamo patate, carote, ortaggi, ci piaceva molto coltivare. Avevamo sempre da mangiare, potevamo regalare ai vicini e vendevamo un po' di verdura a un ristorante cinese, quando ci servivano i soldi per comprare il sale o i fiammiferi. Cucinavamo con la legna in una cucina a lume di candela. La casa era sempre piena di bambine, andavamo al fiume, seguivamo tutti i sentieri del bosco e mettevamo un nome a ogni posto".
La carta della foresta
Bill Gates ha detto di recente che augura una rapida espansione di Internet, perché con la progressiva sparizione del libro cartaceo si distruggeranno meno boschi sul pianeta.
Lo scrittore Mario Vargas Llosa ha risposto dal Perù che non può rinunciare al piacere di leggere i suoi autori preferiti sullo schermo forse anacronistico, ma intimo e familiare, delle pagine di un libro. Esiste una terza via, per i lettori che amano ugualmente la carta e la clorofilla?
Si direbbe di sì, se guardiamo all'esperienza del Taller Leñateros, che Ambar Past ha fondato 26 anni fa a San Cristóbal de Las Casas, in Chiapas (conjuros@hotmail.com). Lì si fabbrica carta a partire dai "rifiuti della foresta": canne, giunchi, foglie di banano e di mais, gambi di fiori, gusci di cocco e bucce di fagiolo. Nel patio del fondo bollono enormi pentole. Ci sono ceste piene di papiro, liane, licheni e muschi. Si tritano le fibre vegetali in un mulino che gira grazie al meccanismo di una bicicletta. Si stende la carta al sole e, appena secca, si serigrafa, si imprime, si taglia, si piega, si cuce e si incolla.
A lavorare in questa specie di laboratorio alchemico, dove la frontiera fra arte e artigianato non ha più alcun senso, sono una dozzina di famiglie indigene, strutturate in una cooperativa, che dà a sua volta lavoro a decine di raccoglitori di "materia prima" riscattata dall'inutilità. Gli oggetti prodotti non sono meno stupefacenti: libri, riviste d'arte e cultura, serigrafie, agende, cartoline.
"Fra un sogno e l'altro, ci arrivano idee e disegni. La luna e le figlie del fulmine ci regalano sogni per illuminare il sentiero. Ricicliamo le nostre visioni per convertirle in arte e riproduciamo anche i sogni di altri: immagini dei codici, dei sigilli di terracotta precolombiani, motivi dei tessuti e della ceramica maya. L'ispirazione ci viene anche dalla terra: fotocopiamo il fossile di una foglia tropicale, la superficie di una conchiglia marina. Riprendiamo tecniche di impressione manuale: xilografia, cestografia, petalografia".
Il Taller Leñateros è anche un'associazione culturale che si dedica a documentare e diffondere i valori amerindi e popolari - il canto, la letteratura, le arti plastiche - e a recuperare antiche tecniche in via di estinzione, come l'estrazione di coloranti naturali da erbe e fiori.
Un inizio difficile
"Essere accettata dalle donne delle comunità, al principio, non è stato facile per niente - ricorda Ambar - Ho conosciuto il razzismo e i pregiudizi sulla mia pelle. Credo che abbiano cominciato a considerarmi come un essere umano solo quando mi ammalai di appendicite. Forse per paura che io morissi, che potessero arrivare i soldati, sta di fatto che mi curarono. È da allora che presero a trattarmi come una persona, mi soprannominarono suk ishim, pelo di pannocchia, e cominciai a fare delle amicizie vere. Una delle mie prime amiche fu Maria Tzu. Una notte stavo distesa in un angolo della sua casa, guardando il gioco di luci e ombre che il fuoco proiettava sul soffitto. I bambini dormivano. Maria Tzu si sedette accanto a me e cominciò a toccarmi tutto il corpo, come se volesse ammansire un animale. Voleva sapere com'era il mio corpo e alla fine, dopo avermi palpato dappertutto, sentenziò: "sei davvero una donna. Credo che potresti perfino avere figli".
Nel mondo delle comunità maya, poesia e magia sono spesso sinonimi. Dalle preghiere, fatture e canti delle donne degli Altos del Chiapas, soprattutto curanderas e tessitrici, raccolti da Ambar Past in 25 anni di convivenza e amicizia, è nato un libro: Conjuros y ebriedades, cantos de mujeres maya (Incantesimi ed ebbrezze, canti delle donne maya), in versione bilingue tzotzil/spagnolo. Un libro prodigioso, se si considera che è costato anni di lavoro a 150 persone, che è stato illustrato da una nuova generazione di artisti maya ed è fatto interamente a mano, rinnovando la tradizione dei codici precolombiani, interrotta dalla Conquista.
Poesia e magia
"Appena arrivata in Chiapas, andai a vivere in varie comunità maya degli Altos. Stavo imparando a parlare tzotzil e mi impressionò molto che una cultura così povera materialmente potesse essere tanto impregnata di poesia, anche nei rituali quotidiani. Nella cultura occidentale la poesia è un lusso. Fra i maya, è di prima necessità. Si recita una poesia per chiedere in prestito una ciotola alla vicina, per chiedere la mano di una ragazza, per assicurare che le lucertole non mangino i fagioli, per curare e per uccidere. Le bambine che portano a pascolare gli animali passano il tempo cantando canzoni che inventano loro stesse. Saper parlare bene e dominare la lingua rituale è considerato il maggiore di tutti i doni, secondo solamente all'arte della tessitura, ritenuta una forma di scrittura. A un certo punto cominciai a registrare espressioni poetiche e canzoni per poterle studiare. Scoprii l'esistenza di un tono rituale, di un vocabolario arcaico, di metafore che hanno più di mille anni. Cercai bibliografia sui canti delle donne maya e non trovai nulla, sebbene il bellissimo libro della cubana Calixta Guiteras Holmes, Los peligros del alma (I pericoli dell'anima) mi abbia aiutato molto a capire la vita degli indios".
Dalla selva a New York
Ambar Past non nasconde le sue simpatie per lo zapatismo. Nel marzo scorso, ha accompagnato la marcia dei 24 comandanti dell'Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale dal Chiapas a Città del Messico.
"La carovana per la dignità di "quelli del color della terra" è stata un'esperienza molto forte. Il modo in cui eravamo accolti nei posti in cui passavamo, gli scolaretti sulle strade con i fiori, le indie che salutavano con frondose canne da zucchero i comandanti zapatisti, tutto era una festa. Ho visto un sostegno enorme da parte della gente, anche dai settori più emarginati come gli anarco-punk, che hanno fatto da servizio d'ordine con i capelli a cresta e gli anelli al naso".
Parlando della sua poesia, Ambar scherza. "Ti riferisci agli scritti che appaiono sul mio quaderno?". Per lei la scrittura deve essere dettata dagli dei, dalla voce dei poeti morti. Che non ha niente a che fare con la volontà di uno. Nasce allo stesso modo in cui crescono le unghie o i funghi. Per Ambar, scrivere è come guardare le nubi che si trasformano nel vento.
"Attualmente, sto lavorando a un libro di racconti e a un cd con i canti delle donne maya e i testi trascritti e tradotti in italiano, che presenteremo a Roma in autunno con una performance a cui parteciperanno alcune tessitrici maya 'custodi dei canti'. In più, sto preparando un corso di alchimia per principianti, che terrò a giugno a New York. È un laboratorio per fare arti plastiche con materiali a portata di mano: in campagna si possono usare piante comuni, pietre, tinture naturali; in un contesto urbano farina, sale, catrame, gelatina. L'ultimo corso che ho fatto è stato per le donne di una comunità di indios tzeltal, per fabbricare carta vegetale e dipingerci sopra. Nella contrada dove vivono, nella selva, non arriva né luce né acqua, così abbiamo dovuto inventare un modo per fare la carta usando solo strumenti di pietra. Il bello è che ci siamo riuscite e ci siamo pure divertite".

13/12/2005


Discendente di un contadino della Polonia, che nel 840 fondò la dinastia dei re Piast, l'alchimista e poetessa Ambar Past nasce nel 1949 negli Stati Uniti ed acquisisce la nazionalità messicana nel 1985. ha trascorso più della metà della sua vita in Chiapas, principalmente nelle zone rurali di los Altos. Cominciò fin da bambina a realizzare i suoi libri e i suoi libri di artista sono stati premiati e sono suesposti in musei e galleria negli Stati Uniti, Austria, Italia e Giappone. Le sue...